Siempre fue un hombre tranquilo y callado. Cuando habla suele ser para soltar algún comentario ingenioso a la par que retorcido, que los demás pillamos a la semana siguiente.
Últimamente no hablamos mucho, pero eso no siempre fue así. Cuando era pequeña, todas las noches iba a verme a la cama y me cantaba la misma canción con su voz grave de padre. Usaba la letra de tengo una muñeca vestida de azul y la música de Sixteen Tons, de Tennessee Ernie Ford.
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