lunes, 21 de mayo de 2012

Ultraje de noche.




















Estaba dispuesta a tolerar que se sentase a la mesa con los rulos aún puestos. Después de todo, ella tampoco se había terminado de arreglar.

También hubiera soportado el deje que tenía al hablar. No podía culparla por haberse criado en aquella extraña región, donde los suelos eran áridos y las gentes, además de agrias, hablaban tan mal.

Incluso podría llegar a ignorar esa forma tan irritante de chupetear aquellos caramelos de violeta que escondía entre los pliegues del vestido. Sin duda, no había recibido una educación tan recta como la suya. En el fondo le daba lástima.

Pero pedir sacarina con el té..

¡Con su té importado directamente desde Kerala!

Inadmisible.

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