La otra mañana salió de casa para comprar el pan.
En el portal se encontró a un viejo. Lo ayudó a subir el escalón.
Caminó mecánicamente hacia la tienda, cogió cualquier barra, pagó y volvió caminando a casa mientras se preguntaba si había hecho aquello por el señor o por ella misma. Por poder culpar a alguien cuando sea ella la que use bastón y nadie la ayude.
¿Tan mezquina era?
Volvió a salir, esta vez sin el pretexto del pan. Encontró a un viejo y lo tiró al suelo.
Ya no se preguntaba nada.
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