Hoy en día cualquiera tiene tarifa plana para hablar gratis sin parar.
Para hablar para afuera y sin pensar, porque hablar para adentro y pensar ya no es gratis. Cansa y a veces hasta duele.
Así que hablan, dicen lo que sea, sin filtro. Abren compuertas y dejan que salgan a borbotones las aguas fecales que tienen por sesos. Y no se sienten mal si salpican a otro al salir.
Porque para eso estamos los otros, para limpiarnos la frente y respirar.
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