domingo, 16 de agosto de 2015

El camino más largo



En algunos momentos me siento como un animal que da varias vueltas sobre sí mismo antes de tumbarse. No sé cuántas vueltas llevo ya, pero estoy cansada y empiezo a marearme. Parece que siempre queda otra esquina que doblar para llegar a mi destino.

Una vez me dijo un hombre que conocí que nunca había visto a nadie que sufriera tanto como yo. No es que me pasen cosas peores que al resto de la gente, pero parece que me fabricaron así, con cierta habilidad para el dolor.

En fin, que me complico yo sola, que enredo el agua, caigo para arriba y no me reflejo en los espejos. Puedo oler un perro mojado a doscientos metros, pero tengo que acercarme mucho para oler las flores.

De verdad.

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