Hubo un momento.. no sé cuándo fue.. en el que dejé de hacer la cama, de leer a menudo, de comer gominolas, de hacer los deberes, de llevar la ropa planchada, de ser obediente, de no hablar con desconocidos, de no subirme a sus coches, de decir siempre la verdad.. de cumplir las expectativas de los demás.
Desde entonces, me gusta picar cebolla cuando estoy triste, porque así nadie me pregunta por qué lloro.
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