Veía aquel piso angosto y poco fotogénico, no me sentía muy inspirada para hacer fotos allí.
A lo mejor era yo la que estaba angosta y poco fotogénica porque, cuando vi esta foto hoy mientras ordenaba archivos, me gustó mucho más que cuando la saqué en diciembre de 2020. "Tenía que haber hecho más fotos en aquella cama" pensé.
Por aquel entonces no te conocía, Toffe seguía vivo, Moka no había nacido, y yo no sabía a qué olía Logroño, lo que era tener un accidente de coche, que la policía amenace con tirar la puerta de mi casa, que se me caiga el pelo a puñados, o llevar un cabestrillo.
O sea, que soy mucho más sabia hoy, y hoy vi esta foto y me gustó.
También vi muchas otras fotos, claro, unas 5000 fotos diría yo.
Cuando ordeno fotos, como cuando ordeno lo que sea, lo hago concienzuda y fríamente, sin dejarme llevar por las emociones. Las miro TODAS, elimino las que están repetidas, borrosas, quemadas o no tienen ningún valor. Las demás las organizo por fecha y temática, hago tres copias de seguridad, las imprimo y las guardo ordenadas en una caja.
Siguiendo mi sistema, eliminé alrededor del 90% de las fotos en las que salías tú, pero no lo hice con rencor, sino con la misma indiferencia con la que sacudo la arena de la toalla al irme de la playa: no tiene ningún sentido llevármela.
No las borré todas, claro. Hay una foto en la que sales haciéndote un café con el hornillo en alguna cuneta del País Vasco. Vi aquello y recordé tu discurso sibarita mientras te hacías tu café. Y me entró la risa porque, vida, hay que ser muy snob para conseguir ser snob en una cuneta.
Te había visto (y escuchado) hacer café en mi cocina anteriormente, pero el escenario lo hacía todo más evidente esta vez. "Tenía que haberme dado cuenta antes" pensé.
Increíble lo que cambian algunas cosas después de que la vida te vapulee unas cuantas veces. Yo sigo sin beber café, tú seguramente sigas siendo un snob.. pero ahora esta foto me gusta y tú no.